Dice una canción: "libre, como el sol cuando amanece, yo soy libre, como el mar…"
¡Señor, qué manera de desvirtuar la realidad!
¿Por qué se nos quiere convencer constantemente que la libertad es poseer esa omnipotencia para hacer lo que uno quiera, cuando quiera, porque no se está atado a nada? Estamos tan hipnotizados de tanta superchería roussioniana que nos hace creer que mientras no molestemos al otro podemos hacer lo que queramos... Ilusoria falacia. En primer lugar, porque mis actos siempre tienen una repercusión social sea más clara o menos clara. Y, en segundo lugar, porque la verdadera libertad es siempre optar por el bien, pues el que obra eligiendo lo torcido es esclavo, sometido al vaivén de sus apetencias. Mientras quien se posee a sí mismo es el que puede darse, decía un santo Padre, y esto es lo que sueña todo hombre aunque no lo profese verbalmente.
Tenemos que perfilar el lenguaje, es decir, no inflarnos de orgullo cuando decimos que si no hacemos lo que tenemos que hacer, si no optamos por lo bueno, por lo que nos construye, es porque somos libres. Porque como rezaba alguien, si vaciamos las palabras de sentido es porque no nos importan las ideas y, si no nos importan las ideas es porque, en realidad, no queremos alcanzar la verdad.
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